En este momento estás viendo La reconstrucción de Venezuela

“Láncense a la piscina. No tengan miedo.”

Con esas palabras nuestro estimado amigo Feliciano Reyna nos inspiraba para que comenzáremos las actividades; para ese momento, la ONG Compromiso Compartido era apenas una idea en nuestras cabezas mientras estudiábamos la Maestría en el IESA. Sabíamos que queríamos reconstruir Venezuela, pero el primer paso en el emprendimiento es quizá el más difícil. No teníamos ni idea de por dónde empezar pero nuestro objetivo era claro: así  que comenzamos por debatir cuál sería foco de acción.

Los fundadores de la ONG, Roberto Aponte, Óscar Patiño y yo, venimos de espacios diferentes. Roberto y Óscar son abogados, y ya habían trabajado juntos en la promoción y defensa de los derechos humanos en la ONG Un Mundo Sin Mordaza, mientras que yo me había dedicado principalmente al sector privado, como consultor y asesor financiero. Sin embargo, durante mi carrera universitaria despertó en mí un sentido social y político de hacer las cosas bien desde el ámbito público; estoy convencido de que eso fue lo que nos unió en un primer momento.

Así fuimos definiendo nuestro foco de acción y encontramos tres grandes pilares sobre los cuales los tres nos sentimos identificados: creemos en la defensa de los derechos humanos como base principal para la construcción de una democracia sólida; también conversamos arduamente sobre la  importancia de la participación ciudadana y del rol del ciudadano activo exigiendo transparencia, rendición de cuentas y comprendiendo la importancia de no dejar de hacerlo. En tercer lugar, convencidos de que no podemos hacer siempre lo mismo esperando nuevos resultados, hablamos de la importancia de la innovación y del emprendimiento, pues pensamos que debemos buscar nuevos mecanismos, tanto para satisfacer novedosas demandas del mercado, como para diseñar nuevas políticas públicas que se adapten a la realidad que vivimos.

Esta nueva propuesta presentaba por sí misma una serie de retos que tendríamos que superar. Por una parte, las violaciones a los derechos humanos en Venezuela se volvían cada vez más cotidianas. La Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos realizó varias visitas al país y emitió una serie de informes, donde se señala la omisión del Estado Venezolano en su obligación de garantizar los derechos esenciales de la población, como la vida, la alimentación y la atención sanitaria. La persecución a dirigentes políticos, la desaparición de reporteros y activistas de derechos humanos, las ejecuciones extrajudiciales y la impunidad se volvieron poco a poco parte del entorno. De acuerdo al Índice de Libertades Humanas (Human Freedom Index), Venezuela obtuvo una puntuación de 3.80 en una escala de 10 -el más bajo en su historia-  posicionándose en el penúltimo lugar, como el 161 de los 162 países evaluados; superado sólo por Siria, una región envuelta en un fuerte conflicto armado. A la vez, Venezuela se encontraba como el segundo Estado más represivo en términos económicos, con una puntuación de 25.2 sobre 100 en el Índice de Libertades Económicas (Economic Freedom Index), cuando Corea del Norte ocupa el primer lugar en esta escala.

Adicionalmente, un éxodo migratorio sin precedentes impulsado en parte por la propia emergencia humanitaria en la que se encuentra sumergido el país, aleja a los ciudadanos de la participación en los asuntos públicos, pues deben dedicarse a atender sus necesidades más básicas.

Precisamente este es el entorno que nosotros decidimos cambiar. Desde las comunidades más vulnerables del país, hasta las urbanizaciones más privilegiadas, pues decidimos contribuir en la construcción de un país inclusivo, a sabiendas que este esfuerzo de reconstrucción parte del restablecimiento de nuestros lazos y del tejido social que una vez nos unió. En medio del entorno más difícil que podríamos describir, decidimos actuar con contundencia para impulsar el cambio social que estamos proponiendo; y creo que esa es la parte más difícil de iniciar un nuevo proyecto. Las circunstancias, el entorno, los recursos, o quizás todo puede parecer contradictorio y adverso, pero si las convicciones son más fuertes, las metas pueden ser logradas.

Recordando las palabras de Feliciano, hoy nos lanzamos a la piscina y estoy convencido de que, en entornos como estos, no se trata de no tener miedo: se trata de afrontarlo.